“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2 Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”
El escritor a los Hebreos, en ese párrafo, se está dirigiendo con mayor motivo a aquellos Hebreos de entre ellos, que habían asentido en creer en Jesús como el Salvador y Mesías, pero todavía estaban aferrados al sistema levítico (ver Hebreos 8: 7-13)
(V. 1) “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”:
El atender y el deslizarse, tienen ambas expresiones en el griego original sendas connotaciones náuticas. La primera se refiere a echar el ancla para fijar una embarcación al amarradero. La segunda se usaba con frecuencia para describir el cuadro de una embarcación que se dejaba a la deriva y por tanto, se alejaba del muelle; de ahí que otra traducción, esta vez más literal, de “deslizarse”, es: “no sea que marchemos a la deriva”. Debemos prestar mucha atención a estos asuntos serios de la fe cristiana. Los creyentes con su tendencia a la apatía corren gran peligro de naufragar en su vida espiritual, y ser salvos así como por fuego (véase 1 Corintios 3: 15).
(V. 2, 3) “Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución 3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”:
(V. 1, 2) La Palabra de Dios fue traída por medio de ángeles, es decir, mensajeros (traducción también del griego), y también ángeles. En este caso, fueron los ángeles de Dios los que tuvieron una participación sustancial en traer la ley de Dios a Israel en el monte Sinaí (Deut. 33: 1, 2; S. 68: 17; Hchs. 7: 38, 53; Gl. 3: 19)
Por otro lado, y en alusión a los ángeles como tales, el escritor aquí hace mención de todas las palabras de Dios a modo de advertencia, etc. que trajeron a tantos a lo largo del AT. El no haber hecho caso de esos mensajes de Dios, y consiguiente transgresión y desobediencia, obtuvo su justo castigo:
“… vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis” (Hchs. 7: 53)
(V. 3) El descuido del mensaje de salvación, con todo lo que implica, es tan grave, que significa el no poder escapar, como dice McArthur:
“Si la desobediencia al pacto antiguo de la ley traía juicio inmediato, ¡cuánto más severo será el juicio por la desobediencia al nuevo pacto del evangelio de salvación, que fue mediado por el Hijo quien es superior a los ángeles!”
Si el mensajero (el Hijo), y el mensaje (el nuevo pacto) son mayores que los mensajeros y el mensaje del antiguo pacto, ¿Cuáles no van a ser las consecuencias por desecharlo, y aún por descuidarlo?
Como podemos ver y entender, el autor a los Hebreos no está hablando concretamente a los salvos de entre esos hebreos que sufrían persecución (estudiar el sentido de la epístola a los Hebreos), sino en general a todos sus oyentes, entre otros, judíos que creían en Jesús como el Mesías hombre, y que todavía seguían en su práctica conforme al sistema levítico. El autor vindica la importancia de la salvación.
Si la desobediencia al pacto antiguo de la ley traía juicio inmediato, ¡cuánto más severo será el juicio por la desobediencia al nuevo pacto del evangelio de salvación, que fue mediado por el Hijo quien es superior a los ángeles!".
Miguel Rosell Carrillo
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